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458 CARTAS DEL BrEATOo DIEGO la, y que en sus ejercicios he cometido más faltas, tal vez que minutos gastado en ella. ¡Yo que ni en- tiendo, ni he pasado por las purgaciones activas y pasivas del sentido y del espíritu, ni he practicado cosa alguna de cu: wmtas se dicen que anteceden pre- cisamente á la contempl: 1ción y unión con Dios! Esto y mucho más que no acierto á explicar, ni á conocer, se me ocurrió prontamente al pensamiento; mas con tanta paz y seguridad, cuanta puede V. colegir. de que no me ha resultado la más leve desconfianza, pusilaminidad, ni desaliento; antes bien todo lo con- trario. Porque pasadas 24 horas, ó cerca de esta dul- ce sorpresa, (no me ocurre otro termino con que explicarme); y como volviendo en un sitio mi alma, una repentina é instantánea coamoción, que en aquel casi imperceptible instante le pareció que ha- cía decir un absoluto y completo sacrificio al Señor; para hacer y seguir fielmente su suma voluntad, con los efectos de humildad, amor, esperanza, gozo y agradecimiento, Cómo sea esto V. lo entenderá, aunque yo no sé decir; sólo sí digo, que me ocurrió desde luego para explicarlo, aquello de los Cantares: Anima mea liquefacta est, ut dilectus locutus est. Al- guna otra vez que lo reflexiono, suele conmoverse mucho mi insensibilísimo corazón, pere siempre son movimientos instantáneos, bien que de buenos efectos. Ahora, pues, P. de mi alma! ¿es creible que este aborto;del abismo y esta bestia con figura de hom- bre es llamada a tanta felicidad? Yo? Y á tanto? Y de un salto sin pasar por el camino? ¡Dios míol ¿hasta dónde llegan vuestras misericordias con es- te monstruo de la ingratitud y de la maldad? Deje- mos esto, porque ni sé lo que digo, ni donde estoy. Tengo observado en diferentes tiempos de mi vida que en medio de mi disipación, obscuridad, ó por

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