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Año 1797 457 y J.M. y J. Ronda 7 de Julio del 97. Amadísimo y venerado P. mío en el Señor: éste sea siempre con nosotros. Amén. Recibo con el aprecio de todas, la deseada de V. del 30 del pasado con las del religioso consabido, de cuyos asuntos quedo enterado y le escribiré lo más pronto que pueda. Dios me conceda la salud y el espíritu que necesitoy de que carezco para esta di- rección. Asunto para mí tan sumamente obscuro, que es enteramente nada lo que de él entiendo. El Señor tenga misericordia de mí y de estas almas sus redimidas y escogidas, para que yo no se las pierda, ni extravie. No es decible, P. mío, hasta donde llegan mis temores, No sucede así en las cosas que V. me enseña con respeto á mi interior, porque su seguridad me hace vivir con descuido. He leido nna y otra vez la ya ci- tada de V.; confieso me sorprendió el aviso de lo que quiere Dios de mí, al modo del que recibe la no- ticia de una gran felicidad que apetecía, pero no es- peraba por considerarlo imposible. Unde hoc mihi? repite mi alma sin poderse contener. ¡Yo llamado á la contemplación á la unión con el sumo bien y vida de mi alma! ¡Yo, que no he saludado de la vida espiritual las serdas místicas, que no he dado un paso por el camino del espíritu, que ignoro totalmen- te lo que es vida interior y espiritual! ¡Yo, cieno de iniquidad, juguete de mis pasiones, esclayo de mis apetitos! ¡Yo, que jamás he sabido lo que es oración menta! en sus prácticas!. Siempre disipado, indevoto y casi siempre repugnante en ella, en medio de un amor entrañable, y de un deseo insaciable de tener- 58