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Año 1797 455 de lo suelto del lodo, me fué imposible levantar un brazo, ni aún sacar de él una mano. Pedí socorro á uno que me parecía me acompañaba, para -que me diese ó arrimase su bastón para incorporarme; pero al tiempo de dármelo ó de querer yo asirme de él, se desvaneció y me quedé tan postrado como es- taba. A breves instantes, me hallé á un lado del propio camino, igualmente caido en sitio aún más fácil de salir de él que primero; más no hubo medio ni arbitrio alguno para levantarme. En esto desper- té. Pensé de lo dicho, que en ello se significaba mi muerte en esta enfermedad, no obstante de ser fá- cil de curar, y que los médicos acertarían con los remedios oportunos, más que al fin se verificaria el morir. Me coufirmé en este modo de pensar con el caso siguiente. Estando aún amenazado de mi peli- gro, me avisarón que una mujer embarazada, de re- sultas de un susto, se había accidentado gravemen te y con tan intensos dolores hincháronse los piés, que por instante se temís una desgracia en ellay en su feto, y me encargaron que la encomendara á Dios; hícelo así, se le envió una reliquia de nuestra Señora, y en mi interior propuse á su divina Majes- tad, que si en esto no le desagradaba, ni levisima- mente, se dignase darme por señal cierta de mi mucrte, la instantánea sanidad de aquella enferma. En efecto así fué, porque apenas le aplicaron aque- lla reliquia, se levantó perfectamente sana, tanto que en aquella tarde salió y fué por sus piés á visi- tar á su madre. Agrégase á lo dicho que una persona sensata de esta familia de casa, de 44 años de edad cumplidos, estando recogida en la siesta del referido día Y y per- fecta mente despierta, oyó como en el aire de su cuarto un ruido extraño y pavoroso, el que conoció con evidencia que no provenía por causa natural.