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E AAA Año 1784 31 todo lo demás; y puedo decir que ojalá, tuviese aho- a el fervor, la fidelidad á Dios, y el conjunto de virtudes que entonces me daban aun sin saber yo lo que aquello era. Fuí probado con la fuerte y pro- longada contradicción de mi madrastra y los suyos, que se opusieron á mi intento con esfuerzo formida- ble; pero al rigór. á la sagacidad, á la blandura yá todo resistí de un modo raro que Dios me daba, que aun en medio de mi oatural idiotez, que era mucha, se me hacía notable. A fuerza de milagros me trajo el Señor y me conservó en el noviciado; pues sien- do tan idiota que no sabía- aun leer el castellano, después que en los exámenes de pura tentativa quedé reprobado, en el que se me hizo para entrar en el noviciado, adquirí fama de gramático, y de repente empecé á hallarme tan diestro en leer que embelesaba á la Comunidad, y quitaban el libro á otros para que yo leyese: estas raras misericordias del Señor no las conocí hasta mucho después de profeso; les acompañaba una vida penitente, devo- ta y arreglada, pero t--do tan simplemente como si estuviera fuera de mí. No lo refiero con más menu: dencias porque es asunto prolijo: más para dicho que para escrito. En una palabra, padre mío. usando de la expresión con que me reconvenía y argúía mi di- funto muestro Gonzalez: yo fuí llamado con eviden- tes prodigios 4 Capuchino, misionero y santo: pobre de mí si á alguna de estas cosas faltare. Los médicos dicen que cuando menos he de bañar- me hasta mediado de Septiembre; ya he dado princi- pio: sigo mi tarea de escribir, pero adelanto poco, porque cada día mees más difícil el formar sermones. De V. es todo mi corazón; mande lo que quiera; déme su santa bendición y encomiéndeme á Dios á quien ruego me guarde muchos años en su santo amor y gracia.

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