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24 Cartas DeL Bearo DIEGO ran. Doy á V. las gracias por su permiso para la co- municación con mi hermana cuando pueda escri- birle; pienso sea en la de V, para su mayor segurl- dad. Su nieta de V. la Madre Zayas agradece infini - to su memoria y á ella corresponde con iguales ex- presiones. Sus males la impiden escribir este correo; mas lo hará en otro. Las resultas de la corte han si- do las que V. conocerá por la siguiente copia que he tenido esta semana del Ilustrísimo padre confe- sor (mejor será vaya separada) mas los papeles que supone, aun no han parecido. Los baños en Ronda me los tienen dispuesto los médicos por el mejor temperamento de allí; y las mayores proporciones que allí tengo: y para mi se- guridad me dieron su certificación firmada de los dos principales de allí; se las pedí según sus concien- cias con la intención de enviarla al llustrísimo pa dre confesor, si seguía mi destierro, para que me consiguiese del Rey la licencia necesaria, y para es- to tenía la aprobación de mi padre Provincial y es- peraría la de V., si no hubiese ya venido mi abso- lución. En este supuesto, me persuado que, en la Oc- tava de los santos Apóstoles saldré de aquí (siendo Dios servido) para Ronda donde creo concluiré el sermón que tengo principiado del Nacimiento de los Señores Infantes, que prediqué en Sevilla, y me mandan extenderlo para la prensa porque los inte- resados quieren dedicarlo al Príncipe nuestro señor. Aunque estoy en el Convento, padre mío, me ha- llo tan falto de tiempo para los cuidados que me cer- can que, no hallo un rato de lugar para resolver el sin número de papeles que quiere V. reconozca, pa- ra separar los inútiles; y aunque en los años pasa- dos no he dejado de hacer, tal vez, esa inquisición, son no obstante, demasiados los que existen. Los co- rreos me abruman; aun quitando de ellos lo de me-

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