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9 te aviso con prontitud después de mi llegada á Ca- bra; no lo tendrá porque el Señor ha dispuesto aho- ra el asunto de mi Iglesia que mé imposibilita y otros motivos que le harán conocer dejó pasar la ocasión etc. y por lo mismo ni aun le contesto para que empiece á conocerlo. Y tú lo que debes conocer que eres una Máula sempiterna y que solo lo infi- nito de la bondad de Dios pudiera haber puesto los ojos en tí como Buen Pastor, para tenerte, buscar- te, prevenirte, conducirte, y amarte á su nombre. «Juan José Alcober.» (1). úscribió el Sr. Alcover la Vida del Bto Diego y la de la M. María Gertrudis y en ninguna de las dos nos da una idea acabada, ni aproximada siquiera, de la santidad de su dirigido. Támpoco la encontra- mos en las 42 cartas, de que hemos hecho mérito. Los demás escritos que ojeamos muy detenidamen- te en los archivos de la antigua Colegiata y de san Justo y Pastor de Granada, no dicen una palabra de Fr. Diego de Cádiz. ¿Qué le diría en sus cartas? Es cosa que lo igno ramos. En el prólogo que escribió el Si Alcover de la Vida del Bto, dice: «.. así las cartas escritas á di cho P. Gonzalez, de las quales constan las reglas que dió á nuestro venerable Fr. Diego, como otros papeles que este conservaba el tiempo de su muerte, juntamente con mis cartas y documentos desde que empecé á dirigirle. Todo lo qual me fué remitido, y está en mi poder como antes he referido.» (2) Esto ha dado margen á creet que dicho señor hizo añicos é inutilizó toda la correspondencia con el Bto., lo cual no es exacto. Quien las rompió (sino todas, al gunas por lo menos) y no las guardó con el cariño y 1) Va reproducida con todas las asperezás del original. 2) Lleva su propia ortografía.
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