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2 yerse en su retrato. Confirma lo dicho el testimo- nio siguiente, tomado del capítulo 25, fólio 27 de la Vida que escribió (1) de Sor María Gertrudis Mar- tinez religiosa de Coro en el Convento de la Con- cepción de Granada. Dice así: «Yo (la M. Gertrudis) pedía al Señor por el confesor y entonces el Señor antes que saliera de la iglesia, llenaba su corazón de paz y quietud tal, que no se puede explicar, con tantas luces para sí y para los que á su cargo tenía, que desde ese tiempo comenzó en el interior del confesor á encenderse el fuego del amor de Dios. con más y más fuerzas y á desechar ciertas pajillas que tenía, hijas de lo vivo y fuerte de su ge- nio.» Mejor aun hemos de verlo en el discurso delas Cartas, especialmente en la de 17 de Noviembre de 1787, 6 de Noviembre de 1787, 23 de Marzo de 1789 y otras. Su educación. Cargos que desempeñó. A los 14 años y con más instrucción de la que pedía su edad, entró en el Sacro-Monte de Gra- nada, después de brillantes exámenes, que le va- lieron una ovación ruidosa. En el archiyo de aquel centro docente, que tan preclaras inteligencias ha sabido formar, se conserva el escrito que á conti- nuación insertamos, tal cual allí está, y que habla muy alto del P. Alcover, como hombre de le- tras; dice así: «El licenciado D. Juan de Alcover, natural de Granada, hijo legítimo de D. Pedro Alcover y de 1)*, Paula Higueras, entró en este co- legio el día 24 de Julio de 1754. (1) Obra inédita. Se conserva en el Convento de la Con cepción de Granada. Consta de tres tomos,

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