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Año 1785 127 tiempo de escribir mi correo. Recibí la muy aprecia- ble de V. y enterado de lo que debo hacer sobre la santa Biblia que observaré puntualmente, digo, se acabaron ayer los ejercicios al clero ¡ignorando yo sus efectos, pues solo he visto la puntual asistencia, gusto y devoción con que han concurrido y que na- die se ha quejado. Dios sea bendito. El día de la Purísima Concepción por la tarde se hace la publi- cación de la del pueblo y seguirá hasta el día de santo Tomás y siendo siempre unos mis deseos del bien de estas almas, y de que se sustituyan y ven- gan las misericordias de Dios en lugar de sus cas tigos. La especie de los milagros repito á mi P. que siempre que se me deje á mi acción en ellos, lo echaré á perder ó nada se hará de provecho: el niño de las viruelas y los otros enfermos que fuí á visitar estand» V. aquí, ya han muerto; con que no es mal principio. Componga V. con su Majestad que me mate á mí; esto es, que quite á Fray Diego de en- medio y luego manos (1) á la obra. La secretaría de este señor no la pedí yo aunque escribí al Sr. Arzobispo de Sevilla el empeño que me hacían para que le pidiese se empeñase con ese Sr., más esto sirvió poco; porque aquel Excelentísi- mo estima mucho.á este secretario y ya estaba en conseguirle este empleo; con que me parece que pue- de V. asegurar no es lo que le han pensado los que 1) Este párrafo es de lo más donuso que puede darse. El P. Alcover quería que el Beato Diego hiciera milagros á porrillo al estilo de san Antonio de Pádua, san Vicente Fe rrer ó san Francisco de Paula, y como si hacer milagros fue- ra lo mismo que freir un par de huevos, se lo. manda con la mayor frescura. La verdad es que esto tiene la mar de gra- cia. Por supuesto, que la jocosa respuesta del humildísimo Fray Diego, dejaría al bueno del Sr. Abad como si le hubie- sen echado un jarro de agua fría.
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