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Aro 1785 125 ó la obstinación de los viciosos por el poco fruto que se advierte, y cerca del fin del sermón sacar la Sa- grada Biblia, proponerla al pueblo, explicándole lo quees, la veneración que se le debe, lo que contie- e, recargar al auditorio sobre su inobservancia y que en fuerza de ella y de haberse entregado al ído- lo de todos los vicios, merecería se hiciese con aquel santo libro, lo que Moisés con las tablas de la Ley, y que entonces con ardor extraordinario descuader. ne el libro y sin romper las hojas loarroje al pue- blo proponiéndole lo que esto significa; lo que por esto merecen, y que ya Jlegó el tiempo en que saque Dios la espada; mandar ó pedir al Señor que se es- conda por no ver esa profanación; á la tierra que se estremezca; d. prevenirle que si algo de esto suce- diese aquella noche, no lo extrañen,y concluir, que pues ellos así dejan á Dios, yo en su nombre me retiro de ellos, y entonces huirme. Igualmente se propone que no habrá desgracias 6 por lo menos creo quiere su Majestad le pidamos no las haya, sino algún aviso que sólo sirva para mover los ánimos, Yo no sé, P. mío, cómo significar á V. el todo de lo que en esto se me propone y qué dulce es esta cari- dad ardorosa óú cuanto inclina ese ardor á desear y esperar el bien de este pueblo. Dios dé á Y. luz para conocer su santísima voluntad y para decirme lo que he de practicar en esto, pues en ello fundo mi seguridad: P. mío, por Dios, que no haya castigos de muertes como en tiempos de Moisés. Nuestro Se. Ññor nos enseña que su espíritu es de paz y caridad con los pecadores, y como me miro al frente ó en la cabeza de todos, temo también por mí. A mi ve- nerado abuelo y á mi hermana que clamen por este empeño mío, , Vaya otra especie. Mis prelados tienen dispues- to vaya á Zaragoza para la próxima cuaresma y es
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