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Año 1785 123 t EM. 3: Málaga 25 de Noviembre del 85. Amadísimo y venerado P. mío en el Señor: Es te sea siempre con nosotros, para que en todo se haga su santisima voluntad. Amén, Recibo la muy apreciable de V. de trece del co- rriente, siéndome de especial satisfacción el ver en ella me trata y me reconoce ya por hijo (1), lo que aprecio infinito, aunque ha sido muy anterior en mi el venerarlo por Padre; gracias á Dios por todo, y por los buenos efectos que produjo nuestro trato aquí, pues aún permanecen los que V. me apunta en la suya; bien que sin dejar de ser el ruín y mise- rable que antes era. Concluí los ejercicios sin haber notado en ellos otra cosa especial de devoción y fer- vor, que una noche al tiempo de acostarme, después de Maitines, ofrecerse con mucha viveza el gran be- neficio que Dios me hacía en permitirme dormir sobre aquellas desnudas tablas, teniendo tan mere- cido estar en una cama de eterno fuego; desde que le ofendí con el primer pecado grave; de esto resul- taron lágrimas devotas y unos humildísimos senti- mientos interiores, con sumo consuelo en ser trata- do por Dios en su casa, al modo que un mal hijo en la de su padre, cuando, á fuerza de empeño y como á más no poder, consigue entrar en ella y ser- vir de criado bajo. El propósito único hecho en este tiempo y al fin de los Ejercicios, ha sido pelear cons- tantemente contra mí; en sujetar la irascible y mor- (1) Por lo que se ve el P. Alcover andaba con medias tintas. Bien se lo tenía tragado el Beato Diego, no viendo en él á un padre cariñoso y tierno que lo dirigía con suavi- dad por el áspero caminó del apostolado, sino á un juez que todo lo arreglaba con vara de hierro como afirmaen su car- ta trece de Mayo de 1785. Suum cuique.
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