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102 CARTAS DEL Beato DIEGO Ayer hizo esta Comunidad una función por la venida de nuestro Ilustrísimo; yo tuve el sermón; su tema fué Habentes ergo Pontificem magnum: te- neamus confessionem. Hebreos, cuatro, catorce; y la idea: Una confesión de nuestra fe sobre lo que ella nos manda creer dela dignidad de los Prelados ecle- siásticos y sobre la subordinación con que debemos obedecerles: fué todo dogmático, de. y asistió su divina Majestad para ello. El auditorio fué lo más escogido de Málaga y parece admitía bien la doctrina; me mandan extenderlo para la prensa, «. Mañana em- piezo la novena de San Félix, en la que sólo tengo cinco pláticas. Yo soy de corazón todo de V. para cuanto quiera mandarme, le pido su bendición y dente y mortificado como Fr, Digo José de Cádiz, dan una idea de la amarga tribulación que padecía aumentada con exceso por el P. Alcover. Reconocemos sus buenas prendas, y que era un hombre eminente de oración, de estudio, de no escasas luces; de celo, de nombradía justamente adquiridas; pero es preciso confesar que á veces tuvo poca tino para dirigir al gran apóstol que tenja á su cargo. Quizás fué mucho más allá de lo que debía al trazarse en su mente á Fr. Diego de Cádiz como capuchino, misionero y santo. Por esto aunque lo empujaba, con brazo fuerte 6 con pueril empeño, por el camino que él se había trazado, mara- villábase de ver por otro al capuchino, misionero y santo. Aca so se olvidó de que el espíritu de Dios se manifiesta de muy diversos modos, y reparte sus dones, como dice san Pablo escribiendo á los de Corinto, según le place; pues dueño es de todo, y no hace agravios cuando priva á uno de este ó de aquel dón. El P. Alcoyer mandó al Beato que hiciera milagros como se colige de la carta seis de Diciembre de 1785; que predica- ra cual otro Isaías con voz potente, ardor extraordinario y casi anatematizando según se desprende de la carta veinte y seis de Febrero de 1785: y esto no se acomodaba mucho al carácter y manera de ser del sabio y celoso capu- chino. Quería en una palabra llevarlo por un camino bueno, sl, pero tal vez más conforme á su temperamento y juicio que al querer de Dios, De aquí, que el Beato Diego se viera
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