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Año 1785 101 pero es porque estoy persuadido que en las cosas que disponen mis Prelados, ó estos señores i¡:ustrísi- mos á quienes por orden suya estoy sujeto, es ocio- so cansar á V. en ello, pues aunque yo no quisiese, me es forzoso obedecerles. Este ha sido el viaje á Zaragoza, Cartagena, «., y éste el motivo de sus- penderlo: que el Prelado que dispuso lo primero, dispuso también lo segundo: y aunque me es sensi- ble faltar á la palabra que me hacen dar, me resigno sin violencia en lo contrario á lo ofrecido, cuando por los mismos se descompone. También lo ocasio- na la incertidumbre en todo, y que solo al tiempo de la ejecución se puede hablarcon seguridad; ni soy yo el que ordenó el rumbo de los caminos, pue: blos, £e., y, en fin, P. mío, si V. presenciase mis co- sas, vería me es imposible más de lo que hago. Yo no he pensado, ni aun he llegado á soñar, el buscar otro Director, desde que me entregué á la acertada dirección de V.: sus desconfianzas en esto y en lo demás, no tienen otro fundamento de verdad que la relajación de mi vida, y el atraso en que me hallo: esto y el experimentar que V. no me permite ó disimula una pequeña satisfacción ó confianza en su trato, me aflige y acorta demasiado: no porque falto á lo sustancial y preciso de la dirección, sí, porque me parece solo hallo en V, un juez, no pa- dre que con vara de hierro todo lo gobierna. Perdó- neme V. esta confianza, ya que me ha puesto en la precisión de decírselo. Esto es, P. mío, lo que al- canzo á decir á sus reconvenciones de V. y á sus vaticinios, siempre funestos y lamentables sobre es- te infelíz, que no tiene respiración de consuelo, ni con Dios ni con V. No lo apetezco; pero suele fati- garse el ánimo. Dios haga en todo su santísima yo- luntad. (1) 1) Estas lamentaciones en labios de un varón/ (an pru-

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