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90 CARTAS DEL Beato DrEGO menos que san Vicente Ferrer €. no sería impro- pio el seguirlo. (1) Bien conozco que su contenido y extensión es demasiado prolija; pero la motiva el cuidado de afianzar los pensamientos todos para su seguridad y la mía. Este es mi fin, si el amor pro- pio no me engaña en esto. Luego que pueda, que procuraré sea pronto, es- cribiré á Madrid sobre el punto de la vida de los santos Mártires para lo que V. me dice; lo cierto es que repitiendo yo tanto este asunto al Sr. Conde, no me contesta niayisa haya hecho cosa alguna á su fayor, por donde conozco le sobra á V. la razón pa- ra lo que piensa. Nada he sabido de las oposiciones para la Lecto- ral de Sevilla, ni aún de cuando las tendrán: por lo que no puedo satisfacer á esta pregunta que V. me hace, Me alegro haya V. quedado libre del gravamen del provisorato; pues le impedia su método de vida y álos que estamos á su cargo nos- privaba de la luz de su dirección. Dios haga su santísima volun- tad en todo. Ul Arciprestazgo veo le han dado á otro; gracias á Dios que le quita á V. el sentir estas cosas. Esta misión se presentó á los principios sobradamente estéril en sus frutos; tomé la resolución, porque me hallé movido á ello, de predicar un sermón de las causas y efectos de la dureza de corazón; y conclui- do, reconvenir al pueblo con aquellas verdades; se las hice ver cumplidas en ellos, hice á Dios una ex- 1) Bien se echa de ver por este y otros párrafos, que no toda la ciencia de nuestro héroe fué infusa, sino que la tuvo también adquirida. Estudiaba á veces hasta siete horas diarias, trabajando día y noche para conseguir aquel rico caudal de ciencia que lo hicieron el mónstruo de su siglo, como le dijo más de una vez su director el Venerable Padre González, h

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