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AAA APR ERA as ciste? Bien en irte á postrar á los piés del dador, reco- nocer el dón, y ofrecerte agradecido á servirle: pero mal, muy mal, en rendirte á los movimientos de tu propio amor, cobardía, ruindad de corazón, y encogumiento de espíritu, que por no vencerlo con esforzada fé y confian- za, tanto te estorba, y ata las manos del que desea (más de lo que piensas) hacerte instrumento de su gloria. Di- me, rutnistmo ministro; ¿en aquel lance qué causa /a- ciste? ¿No fué la de Dios? ¿No te la inspiró? ¿No te la aprobé? ¿No se te mandó que la hicieses? ¿No te llenó el Señor de su Espíritu, de su celo, de su ardor, y no tú, sino El que sirves dió todo el impulso al golpe que lo deshizo, y arrojó despedazado de la Cruz? ¿Pues qué ne- cesidad tenías de humana protección: ¿Qué de la apro- bación de lo ya hecho, y con anticipación aprobado? ¿Qué de disculparte y manisfestar que fuiste inspirado y aconsejado por mí? Fr: Diego, Fr, Diego! qué prueba esta cobarde conducta? Ah! cuanto que te impide y hace inhábil! Te- miste resultas: Cuáles? Que te juzgaran loco, intrépido, precipitado? ; Que te arrozaran con deshonor? ; Que te acu- saran al Consejo? ¿ Que te expatriaran: ¿ Que le quemaran vivo? Y qué? y qué? Cuándo más feliz? En dos palabras; no tiene perfecto amor de Dios, quien así teme y así obra. Mal dicho y mal hecho, lo que hiciste y dyiste! Nunca, después que obres, como en esta ocasión, con consejo, con inspiración, con. prévia oración y pura intención, des lu- gará reflección alguna, aunque te combatan millones de ellas. Por Dios lo he hecho! venga lo que venga, Dios, y no los hombres, me sostendrá; y sí quiere que pierda la honra, el ministerio, la vida; ¿para qué quiero, lo que quiere que pierda El. que todo lo perdió por amarme á mí? ¿Cuándo tendré el gusto de' tener un hijo hombre? Zodavía hablas y obras como niño. ¿Cuándo evacuarás la niñez? Cuando seás de una robusta fé, de una ciega

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