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ta bendición, con la cual me prometo tener á Dios conmigo; quien me guarde á usted muchos años en su Santo amor y gracia, como se lo pide este de usted menor y más rendido hijo, Q. S.P.B. Se. Diego A. de Cadí». NOTAS . Tengo para mí que si Santa Teresa de Jesús llega á leer esta carta del Beato exclama con su natural donaire: Risa me dá de ver que el P. Diego quiere desentenderse de Dios, estando endiosado. Para otra alma menos humilde ó más resuelta, la ocurrencia tenida en el momento de con- sagrar la hubiera tomado por inspiración del cielo; las pa- labras hazlo! no te lo digo yo?... y aquellos otras yo te asis- tiré! las hubiera tenido por voz del cielo, como indudable- mente lo eran; y lo prueba más que nada aquel dilo á tu P. González! hazlo por amor de Dios! cosa que el Diablo ja- más hubiera aconsejado al Beato; mas este varón humil- dísimo y desconfiado de sí, se desentiende de todo como si todo fuera ocurrencia de su propia imaginación, y acude á su Padre, quien le resuelva el asunto con singular maes- tría y no poco gracejo en la siguiente. 21