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— 162 lo hallé, He pensado hacer algunas mortificaciones de dos ó tres disciplinas al día, más tiempo de cili- cio, rigor en ayuno, etc., mas sin su orden de usted, no lo ejecuto. Uso los cilicios el rato de púlpito y confesionario, y el ayuno, comiendo carne; ahora me siento sin endeblez ni quebranto alguno, ben- dito Dios! Con esta desazón estaba una noche recogido ó acostado, y ella me desveló de modo que fué muy poco lo que en toda ella pude dormir. En una de las ocasiones que desperté, aun embelesado se me ocurrió á la memoria este verso de un salmo: Domi- nus dabit benignitatem, et terra nostra dabit fructum suum. Sólo fue una natural ocurrencia, mas no pu- do mi interior dejar de conocer era de Dios, y así agradecerla, y moverse á la esperanza, amor, re- signación, etc. Si lo es, el tiempo lo dirá: solo aña- do que siendo mucho lo que hay digno de reme- dio, si Dios no hace una que sea sonada, nada con- seguiremos. Cúmplase su santísima voluntad. La de usted esla mía, pues sin ella nada soy. Agra- dezco la caridad de usted, ya que no puedo decir más. Pida usted por míá Dios, que yo le ruego me guarde á mi Padre muchos años en sú santo amor y gracia. De usted su más indigno Hijo Q. S. P. B. T MA EY: Ye. Diego Y. de Cádiz.

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