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I 46 — , ser, te deshagas y abiwmes en el profundo de lo que es menos que lanada, que son tus MISCrias; Y desde él te arrojes confiadisómo eh el amable seno de la Providen- cia de Padre Dios que te ha llevado. Déjate confiadist- mo conducir de ella en todo, todo, cuanto en el ministerio ocurra. Ecce... paratus sum et non sum turbatus... Domine, quid me vis facere? y otros 1guales semti- mientos de un corazón filial dejado todo en las manos del Padre, hacen y deben hacer el fondc de tus misio- nes, sin dar lugará las disimuladas reflecciones con que el propio amor á la honra, á dar gusto, á que no digas disparates, se quiere insínuar para turbarte, etc. No, no! Fr. Diego mío! ya in nomine tuo laxabo retes! Tibi honor, tibi gloria! etc., y á carga cerrada, sin discreción, acomete á todo el infierno, cuanto más á un pueblo de .católicos. Nada temas! haces la causa de Dios; sales armado de su santo. Nombre á la palestra,y más puedes de lo que piensas. Caerán dá tus piés, para que sean trofeos de los del Crucificado, los Grolrales más soberbios: rendirás los más obtinados en el odio: y si por su desgracia no merecieran este bien, debilitarás al menos el partido de los rencorosos; y nunca se te hará cargo, si tú oluidado de tí, y todo dejado á Dios, obras varonimente, y alientas tu fé, fortaleces tu esperanza, y todo lo ordenas al amor de los prógimos que se te encargan. Hazlo así, y para que lo hagas con más acierto, te lo mando en el nombre de Fesucristo, como ministro suyo. Quiere Dios, y yo, porque Dios lo quiere, quiero que te trates con alguna delicadeza en sueño y comida; y st no absoluta privación, discretamente moderado uso de externas mortificaciones, porque no vives para tí, sino para el Ministerio. Las tareas de éste, las solicitudes, los cuidados, los pesares, las molestias, las congojas, que son consectarios suyos, ¿mortifican poco? Pues esto