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á esta 6 aquella otra parte, de proporcionar para esto algunos medios, luego, luego ahógalo con santo enojo y clama al Señor que te libre de tí mismo. Mira, hijo de mi alma, que andas muy expuesto; conduces un tesoro que en tí guiso (el que por sola su Bondad quiere) depo- sitar; el Gefe de los ladrones, y astutísimo, más de lo que podemos pensar, contigo está, que es tu amor pro- 10. Vela, Fr. Diego mío, vela y ora, y déjate solo con- ducir de la obediencia ciega, en esto más que en todo. Esta, dictada del que sabe suave y poderosamente cumplir sus designios, no te llevará todavía 4 ruidosas conquistas: te va ahora ejercitando y preparando con las que te vayan dando á conocer. Á este fin, siendo el que eres á los ojos del que te conoce á fondo y sufre paciente, mueve á los pueblos á que te juzguen Apóstol, te oigan, te sigan, te estimen, se rindan á. tus voces, y te las da llenas de unción y fuego, no por tí, sino porque así conviene á los ocultos fines de su amable Providencia. Cuando la ejecución de estos llegue, será lo que te previne en la última que te escribí, y que causó en tí los efectos que me dices en la de Priego y Málaga. Como yo lo sé, (tenga el Señor piedad de mé!) por eso insisto en que así será, aunque no ahora nien mucho tiempo, porque ahora no lo es oportuno. En. siendo, y mientras no es, nada más es de tu cargo que someterte, muerto tu querer, sí puede ser morir: dále siempre fuertemente en la cabeza con la piedra, Cristo, luego que la quiera sacar y antes que la saque; humillate hasta abismarte en el profundo cieno de tus mal sujetas pasiones; ora con la más viva fé y sin desconfianza alguna; que el que te va llevando de Pueblo en Pueblo, graduando tu notoriedad, te condu- cirá, (cuando te halle idóneo, porque te haga) á donde encuentres persecuciones, contradiciones desprecios, que creo te darán tanto aliwento para que VIVA JESUCRISTO Y su EVANGELIO, cuanto mayores fueren.