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NOTAS Esta carta es para mi muy consoladora, como todas las de este varón apostólico, en que se esconde el santo y solo aparece el hombre. Cuando leo en él: Yo sigo en to- do el que usted conoce, sin enmienda y sin adelantar un paso, disipadisimo y tirado á las criaturas. La oración dor- mido y no mucha; las pasiones desenfrenadisimas; los apeti- tos dominantes; la concupiscencia insufrible; etc., se me en- sancha el corazón y me lleno de consuelo, porque yo veo en mí todo eso que el santo dice; y viéndolo me hago es- ta reflexión: Si mi Padre Diego con estas cosas, y á pesar de ellas fué santo, no debo yo perder las esperanzas de serlo, por ver en mí tanta miseria. Buen ánimo y adelan- tel vamos á imitarlo, que este fué un santo muy al natu- ral,y de no difícil imitación,contando con la divina gracia. A esta carta y a la anterior contestó el P. González la que ponemos á cotinuación.

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