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123 — lo escribir algunas cartas, para descargarme de las atrasadas; de dirección raras; solo á la Nieta para avisarle de cómo me hallo, y que me diga de su si- tuación, la que en el día ignoro cual sea, y sospe- cho se halle muy agravada por las últimas noticias que tuve. El papelito ú obrita que usted dice pro- curaré hacer lo que pueda en Málaga, donde creo volveré á principios de Agosto, si otra novedad no me obliga á salir de aquí antes. Estos Excmos. Sres. metratan con una caridad extremada; el Señor se lo premie con eternos bie- nes. El Sr. D. Antonio Chacón dá á usted sus ex- presiones. El Sr. D. José de la Raya llegó bueno, y me hace para usted el mismo encargo; y de su parte me dió el recado que sigo puntualmente. La Señora D.* Josefa Serigo me encarga diga tam- bién á usted, que sigue felizmente en su destino y empleo que tiene en esta casa: que confiesa fre- cuentemente y hace lo que usted le encargó, y has- ta ahora nada ha sucedido de lo que recelaba. Solo yo soy el malo, y que entre innumerables miserias me hace Dios verlo que soy: estoy tal, Pa- dre mío amadísimo, que es horror: lejos de Dios, olvidado de Dios; y qué sé yo si aborrecido de Dios! Enfadoso, desabrido, quejumbroso, distraido, soberbio y en el inmundísimo cieno de feísimas re- presentaciones ó imaginaciones que parece llevan tras sí toda el alma. La oración no es mucha, y al- gunos días es menos por no cerrar la puerta á la caridad de estos señores eclesiásticos de casa, que por divertirme vienen á leerme un rato ó á que ha- blemos alguna cosa. Hago la oración como usted me dice, y en eso conozco también le es á usted patente mi interior, pues me manda lo que yo pen- saba, y temía si el hacerlo así sería pereza mía ó

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