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Priego 20 de Julio de 1778. Amadísimo y venerado Padre de mi alma en el divino Jesús: Este nos dé su gracia para que le sirvamos. La muy apreciable de Usted de 26 del pasado recibí estando en Alcalá la Real, con el motivo de haber ido á besar la mano al llmo. Señor Abad, y darle las gracias por el favor de las licencias re- motas, que sin pedirlas, y por hacer obsequio á es- tos E xcmos. Sres. me concedió desde luego. Pe- ro, Padre de mi corazón, ¿cómo podrá este infeliz ni dar á usted las gracias, ni decirle lo que ella causó en mi interior? Solo la caridad de usted gobernada por el espíritu de Dios, pudo poner tal carta: y si con ella no se ahogó el corazón en el sumo gozo que lo inundó todo, lo atribuyo á mi- sericordia de Dios, para darme tiempo de enmen- dar mi vida, y seguir la celestial doctrina de un Padre que con sus palabras penetra hasta el últi- mo seno del alma y obra en ella lo que quiere. Perdone usted mis simplezas, y permítame que con sinceridad le refiera brevemente lo que suce- dió en la lectura de su carta. La abrí y empezé á leerla en uno de los dormitorios del convento; á cada cláusula se llenaba el interior de aquella con- solación que sé advertir. pero no explicar: llegué á donde me dá mi Padre el tratamiento que tanto deseaba, y con encogida y temerosa instancia pre- tendía mi corazón; y fué tal el golpe de gozo, y