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NOTAS Ante todo es de admirar el interés que el P. Gonzá- lez se toma por la salud del Beato encargando secretamen te al Ayo y al Capellán delos Duques que miren por el P. Diego, lo distraigan y no le dejen que trabaje ni se dé mucho á ejercicios mentales, que impidan la mejoría de su salud. En segundo lugar es graciosa la frase con que em- pieza á tutearlo: venció tu rendimiento y te doy la más úrdua prueba de que te amo por Dios, y porque ames la mía ingra- tísima con toda tu alma, Luego con el cariño y autoridad de Padre comienza á reprender á su hijo, humillándolo, dándole en rostro con sus temores, echándole en cara su cobardía y alentando- lo á que tenga esa fé viva y esa confianza firme que tras lada de lugar á los montes; y todo esto lo hace el santo Viejo con elocuencia tan soberana y unción tan grande, que no conocemos cosa igual en este género literario: Véase la muestra. El mundo está olvidado de su fe, y de la grandeza del Señor, El mundo contradice y quiere con su in- fernal ilustración destruir las máximas del Evangelio, y el espíritu del cristanismo. ¿Y qué hará. tú destinado á soste- nerlo, si te acobardas y desanimas?. No hijo de mi corazón! no, Fr. Diego mío! Aliéntate, y déjate todo, todo, todo ú la interior inspiración que se te dá, y anonadado, sométete sin reserva alguna al divino beneplácito. Pelea las batallas del Señor y preséntate en el campo que te señale. Qué hermoso es esto! Ya suponemos el fruto que produciría en el corazón del Apóstol esta carta de su Maestro, y bién lo da á entender en la que sigue, que es también de las más largas y más hermosas que escribió su docta pluma.
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