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114 Dios.me dé. Aquí nada hago, solo ir y, venir á la Iglesia, escribir algunas cartas de las atrasadas y salirá algún paseo con los Sres. Predico á'sus Ex- celencias mañana día de san Antonio, y el Do- mingo infraoctava del Corpus. El interior está deseoso de la oración, pero tardo-en ella: ansiosísimo de consolar á los enfer- mos y necesitados á costa de prodigios: deseo también proporcionarme para ser un grande ins- trumento para la gloria de Dios, y que le conozcan y veneren por grande todas las gentes: por esto se mé va el corazón, y lo dejo ir. No es fácil decir, Padre de mi corazón, lo que éste ansía avasallar al mundo, y exaltar á Dios; quisiera aniquilarmey que á costa mía obrase el Señor ó renovase sus antiguas maravillas y misericordias con su Pueblo. Pero, ¿quién soy yo? Esto me acobarda y hace caer de ánimo, y más al ver lo nada que obro, para pro- porcionarme á esta grande empresa. Usted, Padre mío, disponga lo que guste, y mande lo que quiera que con eso tendrá mi espíritu algún sosiego. Hu- mílleme usted mucho, que estoy sobradamente so- berbio, aunque aborrezco con toda el alma lo mis- mo que soy. Penitencias exteriores no las uso, sino el silicio, solo el rato de predicar. Disponga usted en esto, y en todo lo que le parezca. A mi Padre Fernández he escrito, avisándole mi venida y lo demás; me escribió diciéndome se hallaba receloso de las tercianas por una recia ca- lentura que le había acometido: El Señor lo libre, si esta fuere su santísima voluntad. Usted, Padre mío, no se canse de mis simple- zas, y no abandone á este infeliz que desea sus aciertos, y los asegura en las direcciones de -us- ted. No quiero se canse usted en. escribirme, sino
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