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348 LOS SUEÑOS DE UN PEREGRINO bárbaros, los que quemaron tu biblioteca y destrozaron tus preciosidades; bárbaros, los que te convirtieron en cuartel; bárbaro, el liberalismo que inspiró todas esas obras; y bárbaros los que, como tú siguen á ciegas el impío sistema. —¡Me insultas, santurrón! me insultas á mí, y al li- beralismo mi padre. Mis soldados están á sus Órdenes, y él puede mandarlos á renovar en tí las escenas del 35. —Venga enhoramala ese liberalismo á poner el col- mo á su maldad, á su barbarie, á su crueldad y tiranía; pero antes, que prepare predicadores que anuncien á los pueblos una vida más venturosa; que venga á mi escue- la á recoger los niños que yo educo; que venga á mi portería á socorrer los pobres que yo sustento, y que vaya á los hospitales á consolar á los enfermos que mis religiosos asisten. Al llegar la conversación á este punto, se iban á ti- « rar de las greñas los dos contendientes, cuando por for- tuna apareció el sereno por la esquina de la calle, y apenas dió una pitada se callaron los dos, temerosos de ser vistos y conocidos; pero así que se ausentó-el vigi- lante nocturno, ellos volvieron á la carga, y. se dijeron lo que contará en el artículo siguiente EL PEREGRINO DE LA CAPUCHA

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