BCCPAM000535-2-21000000000000

DE LA CRUZ HUYE EL DIABLO 323 escuchando un conjunto de voces humanas, unas chillo- nas y cascadas como de gente anciana, y otras vibran- tes y sonoras como de niños, formando un coro que re- zaba de esta manera: Vete, enemigo infernal, Y en la hora de mi muerte No me vengas á tentar: Porque el día de la Cruz Dije mil veces Jesús. Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús... Pero, Madre, ¿cuán- do se acaba esto? —Cállate, chiquillo, ¿arrastrao! Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús... Y así pasaban el rosario veinte veces, repitiendo á cada decena la antífona. Vete, enemigo infernal, Y en la hora de mi muerte No me vengas á tentar; tras la cual repetían diez veces ¡Jesús! viniendo á for- mar el número de mil. Terminado el rezo, comenzó entre las rezadoras el cuchicheo. —Señá Rosario, parece que es usted muy devota de la Cruz? —Hija, como de la Cruz huye el el Diablo y como mi confesor me tiene dicho que un rosario sin cruz no vale nada, me aplico á llevar mi cruz, siéndole muy de- vota para valer algo: y una de las cosas que con más gusto enseño á mis hijos es á signarse y santiguarse con

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz