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310 ALSERMON?...ESA ES COSA DE MUJERES podemos tropezar y caer, 6 meternos en el fango. Mire usted, yo voy algunas veces á confesarme y nosé qué decir, porque no encuentro pecados; pero ahora caigo en la cuenta, que aunque sé el camino de los Manda- mientos, como no llevo la linterna de su explicación me meteré muchas veces en el fango sin conocerlo. ¿Qué le parece á usted? Pues me parece que es usted hermano de María Ma- lena, porque habla lo mismito que ella. —¿Pero es verdad lo que decimos ó nó? —SÍ que es verdad. —¿Y entónces qué? z — Que es menester hacerle caso y oir el sermón ca- da vez que prediquen. — Eso mismo, compare. Nosotros decimos que el ser- món es para las mujeres, y la verdad es que tanto nos importa á nosotros como á ellas; porque tanta obliga- ción tenemos nosotros de enseñar á los hijos como ellas, y tanta obligación de salvarnos como ellas. Los dos compadres convinieron en irtodas las no- ches al sermón, y cuando el tío Pepe volvió á su casa le dijo á su mujer: — ¡Malena! Ya puedes dar gracias á Dios, que me he comprometido á ir todas las noches al sermón. La prudente matrona le sonrió plácidamente y se contentó con decirle: ¡Ay Pepe! ¡Si tá tienes un cora- zón muy bueno! Te lo tengo dicho; tá no puedes ser malo, porque no te sale de adentro. —Anda, cotorra; anda y cuéntale eso á... á... tu abuela.
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