BCCPAM000535-2-21000000000000

300 ra, ¿irías de esa manera al Palacio de Oriente para reci- bir el premio? —Claro está que nó: porque ni yo iría á presentarme sucio delante del rey, ni, aunque quisiera ir, me dejarían entrar. : —Pues, ¿entónces que harías? — ¡Toma! pues lo que está V. haciendo; meterme en una barbería á que me pelaran, y me afeitaran y me dejaran decente para ir á tratar con S. M. el rey. —Eso mismo! Suponte, pues, que el Purgatorio es una barbería y estamos entendidos. La gente rompió á reir y el oficial preguntó: —¿Cómo? “que esto es un Purgatorio? ¿tanto mal le hago á V.,? ¿No es buena la navaja? Cojo otra? —Hombre, nó! ¡no es eso! —Pues entonces, ¿qué? ¿que aquí martirizamos á los parroquianos? —¡Tampoco! — ¡Cristiano! ¡con las indirectas del tío Alejandro! —No, hombre, no son indirectas: quise decir, que esta vida es una peregrinación Ó un viaje para la otra, que por esta razón dice la copla que Todo hombre es peregrino De esta vida en el pasaje; El niño empieza el viaje, y el viejo acaba el camino. Porque todos nosotros estamos obligados sin remedio á comparecer un día, no ante el rey de España, sinó ante el Rey de cielo y tierra. El viaje para visitar esa corte del Rey de. reyes, lo emprendemos al nacer, y

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz