BCCPAM000535-2-21000000000000

TNT ARENA A A e fet SS A LAS MALAS LECTURAS que más le gustaba. Para abreviar: media hora después, era la farmacia aquella un verdadero infierno. Unos re- ventaban como un triquitraque; ¡otros se revolcaban por el suelo rabiando; aquéllos estaban locos como una fiera; éstos, aletargados como gusanos de seda, y sólo se salvó un chico que no quiso pensar libremente como sus hermanos, y que por lo mismo tuvo que escaparse de entre ellos, perseguido por fanático, imbécil y re- trógado: ¿Qué tal amigo Pancracio? ¿qué te parece de los chicos? —Pues que hicieron una gran barbariá. —Como las que tú haces poco más ó menos, si no lo tomas á mal. —Pero, hombre, si... —Déjate de peros, Pancracio, y responde rotunda- mente á lo que te voyá decir: ¿Tiene un padre dereche para prohibir 4sus hijos que coman una fruta que él sabe que es dañosa Ó está envenenada? —Sí señor! —Y ¿con qué derecho prohibirías tú á tus hijos que se comieran un manjar que tá sabes ciertamente que les haría daño? —Pues con el derecho de padre que Dios me ha dado? —Y si tu hijos se levantaran contra tí llamándote retrógado, y diciendo que ellos quieren comer toda cla- se de frutas buenas y malas, provechosasó nocivas, que para eso las crió Dios, ¿qué dirías tú? —Pues diría que son brutos, más que brutos, pues- to que los brutos no comen toda clase de yerbas, sinó las buenas y provechosas solamente.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz