BCCPAM000535-2-21000000000000

LA VIRGEN NECIA 233 trechaba Ss bre mi corazón dí InO, embri; sus purísimos amores? ¿Quieres que tornen los días de ventura, que vuelvan las dichas pasadas, viviendo e uno para el otro, yo en tu corazón ytú en e Una represión tendrá para tí ese corazón que tanto te ama; ni un reproche para los días de tu infort un recuerdo para el tiempo de tu de Señor, yo soy la oveja perdida, murmuró ella, dando un gemido. - Y yo el Pastor divino: ¿quieres venir para siem- pre á mi redil, pobre ovejita mía? Ella escondió su cabeza bajo el manto de Jesús, co- mo se escon le ( ! pic hon: ito bajo el ala de la pal ma; y transformada al parecer en cándida ovejita, la tomó el Pastor divino sobre sus hombros, y reclinando sobre ella la cabeza, la acarició dulcemente con sus manos re- gala las. Un ejército de € spiritus alados r( de Ó entonces á Jesús, entonando el cántico del Buen Pastor. ¡Dadme el parabien! ¡gozaos conmigo: que mi ove- ja perdida ha parezido! La encontré enredada en los tarzales á punto de ser devorada por el lobo: ¡miradla, miradla! viene vestida con traje de penitencia: haya más júbilo en mi redil, que si entraran en él noventa y nue- ve que no necesitan de penitencia. Vamos al monte de la mirra, al collado del incienso; allí apacienta sus ove- jas el Pastor divino. » Los ángeles se ordenaron en procesión, seguidos del coro de las Vírgenes, entre las cuales iba Jesús re- pitiendo: ¡Dadme el parabién! ¡gozaos conmigo! Así lle- garon á la falda de un monte, en cuya cima se veía una cruz ensangrentada. Á medida que se acercaban á ella, 16

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz