BCCPAM000535-2-21000000000000

AAA A O ind 226 LA VIRGEN PRUDENTE apareció Jesús, bajo un cándido velo que dejaba entre- ver los rayos de su gloria, y dijo 4 mi alma: «Levánta- te, amiga mía, paloma mía, amada mía, levántate, date prisa, y ven conmigo. Ven: recorramos el campo, res- piremos el aroma de las viñas florecientes, y abandone- mos este mundo seductor.» «Y yo, sin poder remediarlo, me sentí transporta- da á una región desconocida, y me lancé tras él, como el ciervo sediento á las fuentes cristalinas. Parecióme que caminaba por una playa de peñascos llena, donde las olas se estrellaban con ímpetu furioso. Pueblos ex- traños, llanuras polvorientas, bosques enmarañados, to- do lo dejamos atrás en poco tiempo; hasta que por fin fatigada, le dije: Mi espíritu desmaya; yo no puedo más, ¡Bien mío! Y él; volviendo á mí sus ojos, con dul- císimo acento respondióme: Para mí te elegí; si tú lo quieres, yo tu esposo seré, tá esposa mía; pero mi casa está distante, y el llegar á ella cuesta mucho. Reina te quiero hacer, mas no te obligo; si te quieres volver)... Y confundida y animada con estas últimas palabras, le seguí por áridas campiñas, por fértiles praderas, por esta tierra fragosa que atrás hemos dejado.» «Allá al pié del aquel remanso que se ve 4 lo lejos, le dije: Soy débil, Amado mío, y casi no puedo más. Y El á mí con triste acento: Donde empieza mi amor se acaba todo. Al mismo punto, al mismo sér que tenías antes de conocerme, puedes volver con sólo quererlo; ¿si lo quieres hacer?... Y. herido mi corazón con esta palabra, le prometí de nuevo no vivir más que por El y para El. Y andando, andando, llegamos á este bosque á tiempo que el sol se ocultaba tras los árboles del mon-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz