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-K—>>>— Esa tortura es el patrimonio de todos los qué obran mal, de todos los culpables, y de todos los criminales que no han perdido el uso de la razón ó los instintos de hombre. En vano tratarán de olvidar su fechoría, por- que el remordimiento les pondrá patente todos los de- talles. En vano procurarán ensordecerse con el ruído del mundo: porque apenas se queden solos, el remordi- miento empezará de nuevo á roerles las entrañas. Lo único que puede matar el remordimiento y echar- lo fuera del corazón, es el arrepentimiento, unido á la confesión del pecado y á la absolución dada en nombre de Dios, por su legítimo ministro, y esto prueba la di- vinidad de la confesión y la importancia social de ese Sacramento instituido por Cristo para bien del hombre. Impíos! si negais la confesión y huís de ella, vuestro corazón será sizmpre la cueva del remordimiento. CECHEAS