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108 UNA LAGRIMA DE LA VIRGEN legaron al valle de - Gessen, Andando, andando, 1] morada en otro tiempo de los hijos de Jacob. María y José recordaron los portentos obrados por Dios en aquella tierra, para sacar de allí 4 su pueblo escogido; y vieron con dolor que ya no quedaba ningún adora- dor de Jehová en aquel maldito suelo. Un templo dedi- cado á la diosa del libertinaje se levantaba cerca del lugar donde reunidos los hebreos dirigieron al Cielo sus plegarias. La Madrede la pureza miró con una mezcla de horror y lástima aquel lugar de abominación; un suspiro encen- dido brotó de su pecho virginal, y pidió 4 su Hijo que hermoseara la tierra con las flores de la castidad y la pureza: su Oración fué tan tierna que arrancó una lá- grima de sus purísimos ojos. Aquella lágrima rodó co- mo una perla por las mejillas de la Virgen y cayó por fortuna en el cáliz de una azucena blanca como el ves- tido de la inocencia. Esta flor nacía junto al sendero que corría á lo lar- go del valle, por donde caminaba la Virgen, siguiendo, al castísimo José. Cuando sintió la azucena el contacto de aquella lágrima preciosa, se cerró ligeramente, de- jando escapar de su cáliz una fragancia embriagadora. Sólo un arcángel de los que cortejaban á la Reina, notó el prodigio; y sin que nadie se apercibiera de ello, hincóse de rodillas y arrancó de cuajo la odorífera plan- ta, que fué desde entonces el emblema de la virgini- dad. De seguida remontó el vuelo, entró en el paraíso y plantó la azucena en el jardín delas almas puras. Cada vez que el mes de Mayo venía con sus flores á llenar el mundo de alegría, se abría la azucena encan-

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