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EN UN CUERPO HERMOSO 99 el abismo sin for la et lad: 1 ] maba, y ya oscur lo, las Hi le María templo atraidas Í l festivo r pique de las car panas Flora sintió vivos Ss de irá la 19] sia, é ba á po- nerlos por ol 1l ! mil n lían su ánimo y lod in ind ). Largo rato rmaneció irresoluta, hasta que por fin lecidió. Vi y, se d vO no puedo sufrir 1 ] Sola, porque 1 juiso que la ac mpañaran, se fué al Mes de María. y contra su costumbre > en la ¡gelesia un lugar solitari uando se colocó en él, terminaba un sacerdote en el púlpito la lectr De seguida las voces del Óreano en los primeros compa de un cántico á la Y en: p l 10ra sintió que su corazón se estremecía con un stremeci- miento que hacía armonía n 1] rdes del órgano, y este dejó de tocar á ti mpo que ella fijaba sus ojos en la hermosísima imagen de la Vireen rodé ada de aromá- ticas flores. Las Hijas de María dejarón oir sus voces argentinas, puras, angelicales, y formando armonioso coro, cantaron la conocida letrilla: Venid y vamos todos Con flores á €on flores á María Que madre nuestra es, —Que madre vuestra es... murmuró Flora sollozan- do; pero mía!... si yo no soy ya hija suya. ¿cómo ha de ser ella mi Madre? y lloraba... lloraba... entanto que un solo, salido al parecer de la garganta de un querubín, cantaba:
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