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q rr ai ic — 218— más uso de ellas los defensores de la fé y de la ver- dad, esgrimiéndolas cotra el enemigo que ese terre- no nos hace la más cruda guerra. Por eso no tengo por superficial, sino por conocedor profundo del co- razón humano y por digno del aplauso de todos los buenos, al ministro de Cristo que maneja tales armas en defensa de la religión, ridiculizando los vicios, ensalzando las virtudes, moralizando á los pueblos, recreando los ánimos, cazando almas para Dios con el cebo novelesco que tanto agrada á la juventud liviana, y convirtiendo en tribuna católica Ó en púlpito de misionero las páginas de una novela, que han venido siendo por mucho tiempo cátedras de pestilencia y focos de corrupción. El mal no se des- truye sino con la abundancia del bien, y ese grande mal que han causado y están causando las novelas obscenas éinmorales, no se puede disminuir sino con la abundancia de novelitas morales en que campee la belleza literaria sin la fealdad del vicio, Y sin más ni más te dejo ya, lector piadoso y discreto, y si no eres piadoso ni discreto, peor para tí; pero seas lo que fueres, te dejo el libro en las ma- nos con libertad para que lo leas si te gusta, ó lo sueltes si te desagrada, pues de lo uno y de lo otro se le dan tres cominos al Hijo DE mi PADRE.

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