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—- 204 — RS A OS O A CAPITULO XXIV y DESENLACE Pasaron algunos años, sobre los cuales, nos acon= seja la prudencia correr un tupido velo. El otoña pasaba de largo, cubriendo al mundo con un tinte e suave de tristeza, propiedad de todo bien que acaba et y ME se marchitaban, los árboles se cubrían de palidez; su hojas caían al suelo arremolinadas por el viento; l: E luz del sol se debilitaba; las nubes del invierno vol= j y de toda ventura y placer que desaparece; las floresi | Y Ñ vían á enseñorearse del horizonte, y las almas sensíd A bles experimentaban un sentimiento de melancolía al ver pintada en la naturaleza la imagen de su vida, E | Pasa la juventud rápidamente; huyen los encantosj | con los días de la mocedad; sécanse las ilusiones | cual si fueran flores de la imaginación; se debilita la E inteligencia; pierde su brillo la memoria, y lentamen», " ! A te se apodera de la vida el frío de la ancianidad, cu= + briendo de canas nuestras cabezas, como cubre el in- vierno de blanca nieve la cima de los montes. ! j re A, nero Estas secretas analogías de la naturaleza con la «4 EN vida humana las percibe el alma contemplando las a «| 1] obras de Dios, y desaparecen á sus ojos cuando con- Í ¡a templa las obras del hombre. Por eso las experimen- ta el campesino en su pajiza choza, y no las siente el » > ra PR dirt electa

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