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OD Y e deslumbraba la vista con el vivo azulado de sus festones, y : era para Inés un perpétuo memorial ue le recordaba á cada paso su elevación al rango sublime de esposa de Cristo, y que le hacía conside- irse como hija de aquella Madre excelsa que, sin lejar de ser Virgen, tuvo por Hijo al mismo Dios umanado. Vestida ya de Reparadora, Inés, que había troca- lo su nombre por el de María de.... pidió á la Prela- a que la primera hora que iba á estar en el conven- » o se la dejara pasar á los pies de Jesús Sacramenta- 'o, dándole gracias por el beneficio recibido. La Su- periora se lo concedió, y la familia tuvo que retirarse ) persuadida de que Inés no dejaría por ellos la adora- n Ible presencia de su Dios. De buen grado nos detendríamos aquí á narrar la vida de Inés durante:el noviciado, y sus trasportes de júbilo santo al verse ya contada en el coro de las vírgenes,ñy sus éxtasis de amor divino, y su mortifi- cación asymbrosa, y las heróicas virtudes que practi- có en su nuevo estado; pero renunciamos á ello por- que es empresa arriesgada escribir la vida de una santa mientras vive sobre la tierra. Dejémosla, pues, en el claustro, gozando las delicias de la soledad, y apresuremos el paso para llegar cuantó antes al fin de nuestra obra. cani rg ca aer