BCCPAM000535-2-16000000000000
rece que estás despidiendo á nuestros amables hués- pedes. Hay que alegrarse, hija mía, que ya no hay motivo para andar taciturna. Cerca de un año hace que no te oigo cantar ni tocar el piano; tu tío toda. vía no ha oído el metal de tu voz, tu mamá y la Se- ñora Condesa desean verte alegre, conque esta no- che es preciso que nos cantes una de esas canciones que tú sabes. Inés por toda contestación exhaló un suspiro, .: —Anda, mujer; y note hagas rogar tanto. —¿Pero qué pieza quiere V. que toque? —Tocar solamente nó; tocar y cantar. —¿Pero, qué voy yo á cantar, señor? — La última canción que sepas. —La última que he aprendido es muy triste y, y no agradará. E —Sí, ¡la última tiene que ser! —respondieron.-los:. demás á coro con Agustín. —No, papá; que no va á sentarle bien 4 V. —¿Que nó? anda y dame ese gusto. —Y después, ¿me concederá V. lo que yo le pida? — Concedido. —Inés sonrió forzadamente; sus mejillas se cu- brieron de un subido carmín, y dando airosamente una media vuelta, sentóse al piano. Sacó desimulada- mente un papelito de su faltriquera, pasó la vista por él, y tendiendo las manos sobre el teclado, hizo vibrar con sonoridad y armonía las cuerdas del instrumen- to. Pronunció entre dientes algunas palabras confu- Sas, pero muy suaves, y animada con las miradas de ss “e
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz