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— $6 == CAPITULO XV Uu SUEÑO Y UNA REALIDAD. Sabida cosa es, que Dios nuestro Señor reune en sí las perfecciones de las criaturas todas, y todos los títulos de amor y veneración que en ellas hay. Por eso los libros santos nos lo pintan, ya como un padre que recibe con los brazos abiertos al hijo pródigo y desagradecido, de quien sólo recibió ingratitudes y desprecios; ya como un pastor amante que busca so- lícito la oveja perdida, alegrándose y regocijándose cuando la encuentra; Ó bien como un esposo enamo- rado, quellama de noche á la puerta de su amada, esperando sentado en los umbralesá que ella le abra, dando un golpe y otro, y una aldabada y otra, hasta que conoce claramente que la ingrata le oye y no le quiere responder; y entonces se marcha entristecido, no tanto por el desaire sufrido, como por los bienes que pierde el alma necia que no lo quiso recibir en su morada. Pues de esta manera llamaba el Esposo di- vino á las puertas de Inés con santas imspiraciones, enviándole“una gracia tras de otra para vencer la resistencia de aquel corazón ingrato. Una de las ma- yores gracias que le envió fué el misterioso sueño que vamos á referir. Habíase acostado Inés cierta noche pensando en