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cacas — 118 — Nunca había conocido ella más amor que el de lá familia, el afecto tierno que profesaba á sus hermanos; el respetuoso cariño que tenía á sus padres, y la fina amistad que le unía con un reducido número de per- sonas todas buenas y honradas; mas pronto conoció, vió y sintió que había. otro amor superior á todos aquellos, otro amor que llenaba plenamente su cora- zón. haciéndole gustar emociones desconocidas, y esos sueños de color de rosa en que sueña despierta la juventud enamorada. ¡Pobre Inés! La palomita ha- bía caído en el lazo, la ovejita se había enredado en- tre las zarzas, y si el pastor no acudía á sacarla, pe» recería sin duda devorada por el lobo. Todavía, ha: ciendo ella un esfuerzo podía salir de los zarzales y romper el Jazo que la aprisionaba, pero lejos de ha: cerlo así, cada día se enredaba más en el lazo que le armó el infierno para que errara su vocación, Dios tiene prometido en la escritura santa ser fiel y no consentir que el alma sea tentada sobre sus fuerzas. El la ayuda en la tentación para que no cal: ga, y si por desgracia cae, le da la mano para que se levante: así el alma nunca podrá quejarse de Dios con razón, y Dios podrá argiiirle en el día de la cuen- ta, de que si erró su vocación Ó_ vivió mal, fué por sola su culpa y su mala voluntad. Viendo pues el amante Jesús que su paloma estaba ya presa en las redes del mundo, le envió un auxilio extraordinario para que con él pudiera romper los lazos que la ata: ban y volara libremente al antiguo nido de sus amo: res, nido que ella misma había formado dentro del divino Corazón.