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A —— 109 gua: amiga eltestado de su alma, las dificultades de su vocación, las inSpiraciones (así las llamaba ella) que sentía, las circunstancias en que se hallaba, etcé- tera, etc.; pero puesto con tal maestría á manera de argumentos, que de todas las premisas se deducía ló- gicamente esta consecuencia: Si no es lo mejor, es lo que más conviene... Puedes casarte tranquilamente. Cerró la carta y llamó. á Prudencia para que se la llevara á Flora, y se la diera en propias manos: de lo contrario, le encargó que se la trajera. Al irse Pru- dencia, quedóse Inés murmurando: Después de todo, si su respuesta es satisfactoria, me tranquilizará; y si no... ya veremos. Flora recibió la carta, y después de pasar la vis- ta por la primera plana con grandísima pena, le dijo á la criada; Espere V. un momento, Subió á su cel- da, y bajó inmediatamente con un sobre cerrado que entregó á Prudencia diciéndole: Dígale usted á la se- ñorita Inés, que me acuerdo mucho de ella, que por ella ruego, y por ella lloro y por ella me mortifico. Partió la criada con el recado, que dejó en la me- sa de Inés, porque ésta había ya salido á sus nego- cios. Cuando volvió y halló la carta, abrióla precipi- tadamente y se quedó fría al ver que no era más que de una hoja escrita por un solo lado. La carta de Inés á Flora no ha llegado á mis manos, porque Flora la rompió apenas la hubo leído; y es lástima grande que lo hubiera hecho así, porque si la hubiera conservado pudiéramos admirar hoy toda la finura,-toda la agu- deza, todo el ingenio, Ó por mejor decir, toda la as- tucia y toda la sofistería de una casquivana de diez y
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