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CAPÍTULO XII DE COMO INÉS, HABIENDOSE QUEDADO Á OSCURAS, COMENZÓ Á TROPEZAR. Por aquellos días hubo en Sevilla una inundación espantosa. El Guadalquivir salió de madre causando enormes perjuícios, y dejando á muchas familias en la miseria. Apenas el río se encerró en su cauce na- tural y las calles se pusieron transitables, Inés. co- menzó á preparar un concierto para contribuir con el producto que de él sacara al socorro de los anega- dos. Terminado éste, le ocurrió otra idea. Como estaban en cuaresma le pareció de perlas dar unas cuantas funciones de teatro, representando en ellas la comedia de la Pasión. Porque, como ella decía, ya que no podía restablecer la piedad y el re- cogimiento propio de aquel santo tiempo de peni- tencia; ya que los mundanos no querían asistir á los sermones, ni dejar de divertirse en cuaresma, sería muy conveniente que por lo menos celebrasen la san- tidad del tiempo jugando y divirtiéndose con las co- sas santas, ¡con la Pasión de Jesucristo, nada menos ¡Horrible fué este primer tropezón, que dió Inés! Co- mo se había quedado á oscuras, empezó á correr y pasó de la intransigencia santa 4 la cobarde mestize- fía, y se hizo partidaria del mal menor. Menor mal le 14
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