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80 — cada una, que invenciblemente mani- fiestan la sabiduría de su divino Hace. dor, y adornando tu alma de potencias despejadísimas para conocer, « combinar, elegir y amar, para que fueses la mas bella copia de tan soberano original; tambien le debes tu conservacion y per- manencia sobre la tierra por todo el tiempo prefijado por su adorable pro- videncia. Sí, alma mia, Dios te conser- va: en él y por él vives, te mueves y existes. El Señor está sobre tí defen- diéndote, debajo de tí sustentándote, fuera de tí cercándote, y dentro de tí manteniéndote. Su omnipotencia te dió el ser para que fueses, su misericordia te salvó para que no perecieses, y su providencia te enriqueció para que mere- ciesés. ¡0 Criador amable! ¡O conserva- dor clementísimo de mi vida y de miser, que con [tanta benignidad me regalas, inspiras, alumbras, llamas é interior-