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MS -— piscina, la samaritana en' el pozo, la adúltera en el tribunal y el buen ladron en la cfuz. ¿Dónde, alma mia, dónde no hallarás la bondad benéfica de tu Dios si de veras la procuras? San Pedro la encontró en la cárcel, san Pablo en el campo, los Apóstoles en el mar, el Bautista en ebrio, Tobías en el desierto, Abraham en el monte, * Moises en el desierto, Ester en el palacio, Judith en el ejército y Daniel en el lago de los leones. Calla, alma mia, no hables de la bondad infinita de tu Dios, si alguna vez de corazon le buscaste sin fruto y sin provecho. ¡Pero ay! El mismo Se- ñor es quien te busca, el mismo es quien te llama; su bondad llega hasta el exce- so de salir al encuentro á los que de él se apartan, á los que se estravían, á los que huyen. ¿No le ves cargado con aquella ovejuela traviesa, descarriada, y perdida del rebaño: de Israel? ¡Qué
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