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ee, AR se la representa. Cuando el mundo pro- pone á,la voluntad sus deleites, sus pla- ceres, sus honras, sus pompas y yani- dades, la razon despejada conoce á las primeras reflexiones su apariencia, su verdadera malicia, y la engañosa false- dad con “que dan la muerte al alma, brindando con el placer del cuerpo; pero ofuscada la luz de la razon por las nieblas de las pasiones, se abalanza voluntariamente á un mal eterno, que mira cómo distante, por:gozar el bien transitorio que descubre tan de cerca. Así habla la:razon; pero ¿cómo se es- plica la fé divina? ¡O. alma mia, qué desgraciada serias. si no escuchases su voz! Ama el bien, dice, pero el bien verdadero, el bien eterno, el bien su- mo, el bien infinito: ama á Dios que es solo, el bueno, el santo, el justo, el eterno, el hermoso, el sábio, el digno objeto de tu amor. ¿Lo has oido, alma

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