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— 112 — de los síglos, yo os digo resueltamente que deseo amar á vuestre Dios y el mio, al único ser eterno que á vosotras y á mi nos sacó de la nada; quiero amarle mas que todas las criaturas, é infinitamente mas que le aman todas juntas. Quiero, para prueba de este amor, renunciar todas las tosas transitorias; quiero negar en todo mi propia voluntad, y si algo queda en mi que no ame á Dios, desde ahora para siempre lo aborrezco, lo detesto y: arrojo de mí. No puedo, yo lo confieso, hacer eficaces mis deseos por solas mis débiles fuerzas; pero todo le es posible al creyente, al que espera y pide la divina gracia, y al que con ella cumpla el mandamiento de amar á Dios. —LYIIII—