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E E pio: y último fin. Abre pues, tú, alma mia, los ojos, aplica los vidos- espiri- tuales, suelta tus labios y ofrece tu ca- razon para que veas á tu: Dios en todas sus criaturas, y le oigas, alabes, ames y engrandezcas, porque: no se levante contra tí toda la redondez de la tierra. Por mo hacer esto, peleó la redondez de la tierra contra los locos; y por el contrario, será materia de gloria 4 los sábios, los cuales pueden decir con-el Profeta: deleitásteme, Señor, en las 00- sas que hiciste, y me gozaré en las obras de tus manos: ¡0, cuán engrandecidas son, Señor, tus: obras! Todas las cosas hiciste sábiamente, y la tierra está. le- na de tu posesion. Veo en cada criatu- ra, como en un: espejo, tu omnipoten- cia, mi Dios. Y si cada una me repre- senta tu infinito poder que la erió,. ta sabiduría suma que la perfeccionó, y tu bondad eterna que la conserva, ¿cuál