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o dicen, cuál será el aposento de tus es- cogidos, pues tanta hermosura dejan ver á los ojos de los mortales. ¡O cuán rico eres, mi Dios, pues de tan ricas lámparas te sirves! ¿De qué traza pudo salir labor tan primorosa? ¿Quién pudo hacer tan hermosa claridad, tan diver- sas influencias,: tantos y” tan diversos movimientos, sin errar un punto? Con razon pregunta Job y dice: ¿quién con- tará el órden de los cielos y dirá sus movimientos? ¡O pesado corazon mio! ¿cómo el deseo de ver tanto primor y grandeza no te lleva á aquellas celes- tiales moradas? ¡O- cuán: grande esla casa del Señor; y cuán.inmenso el lu- gar de su habitacion! Veré los cielos, obra de tus dedos, y la luna y las es- trellas que tú criaste. Allí, alma mia, será tu eterna morada; allí te espera un premio eterno; allí será Dios para ti todas las cosas. Resuélvete ahora á de-

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