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— 106 — tínuas impertinencias, sus. caprichos y necedades; pero ha llegado alguna ma- dre 4 dar su cuerpo en comida á su hijo? Por el contrario, “sabemos que muchas, acosadas de/un hambre ra- biosa, han comido sus propios hijos. Solo Jesus, nuestro amable y amantísimo Jesus, es el que únicamente ha llegado á este exceso delmas extremado amor. ¿Y con quién, alma mia? ¿Y por qué, alma mia? ¿Y desde cuándo, :alma mia? ¡Ay, ay! los peñascos, los bronces, los diamantes se ablandarian, si escucharan estas preguntas; y tú, alma mia, ¿ven- cerás en dureza á:los diamantes, los bronces y los peñascos? Piénsalo bien y trata sériamente de enmendarte. "“Qo-

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