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— 101 — envidia, la crueldad, el furor, la injus- ticia con que los Príncipes de los Sa- cerdotes , los verdugos y las gentes maltrataban, herian y atropellaban vues- tra venerable Persona, todo lo encami- naba vuestro amor para nuestra reden- cion. Vuestro amor sacaba nuestro ma- yor provecho de la mas execrable mal- dad de vuestro ingrato pueblo: él os erucificaba; él os quitaba la vida entre terribilísimos tormentos, y en vuestra muerte halló vuestro amor nuestra vida y el triunfo de todos sus enemigos. ¡O alma mia, redimida con toda la sangre de un Dios, que ama mas que padece, que desea padecer mas que morir, que tiene sed de padecer porque te ama! ¿hasta dónde llegará tu negra ingratitud si no correspondes con tu amor á un amor tan inexplicable? Y si en vez de amarle y obedecerle le insul- tas y le ofendes, qué infierno será bas-