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12 ton las: dos Plazas que han de servír de base 4 sus triunfos. En vano Marmont pretende distraer- lo, y engañarlo. Wellington entra sin que se lo pueda impedir en los llanos de Salamanca , se apodera de aquel emporio antiguo de las ciencias, discurre por las margenes del Duero, presentan- do siempre el frente al enemigo, que como astu- ta zorra solicitaba asaltarlo descuidado. Desde el diez y seis del ultimo Julio se estuvieron obser- vando los dos Generales , haciendo uno y otro mil evoluciones , marchando y contramarchaado con dos terribles exercitos , hasta bolver á las inme- diaciones de Salamanca é izquierda del Tormes. Aqui fue por fin el Teatro de la ruina de Mar- mont , y de la gloria de Wellington. Las altu- ras de los Arapiles y Calvarrasa se vieron repen- tinamente regadas de sangre francesa el día veinte y dos. Los valientes del Norte á la. presencia del Duque de Ciudad-Rodrigo se acobardan , se ame- drentan y pierden el animo y el tino; huien ver- gonzosamente , sufriendo la terrible carga de la caballeria : abandonan los almacenes , los vyiveres y municiones. Sus Generales heridos, una mortan- dad espantosa, gran numero de prisioneros, que se aumentan á proporcion que el vencedor ya avan- zando , ved aqui el primero y el menor fruto de esta gloriosa batalla. Digo el menor fruto , por- que el maior fue la libertad de Castilla, el te- ner franco el paso de (Guadarrama, y el resca- te y libertad de la Capital corte de las Españas, con las inmensas ventajas que de aqui se siguen, Quisiera poder extenderme en el debido elogio de las armas españolas, de sus Generales, Espa- fía y Alava, que han tenido tanta parte en esta gloriosa victoria, y á quienes el General Duque
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